Mural Batalla de Ayacucho. Municipalidad Dtto. de Quinua-Ayacucho. |
Cuatro horas de combate en la Pampa de Ayacucho coronaron la tan ansiada libertad de América
Aunado a lo anterior, otros dos obstáculos hacían muy cuesta arriba la
campaña, por una parte, la inminencia de una guerra civil entre los
partidarios del presidente Riva-Agüero y aquellos que defendían la
institucionalidad del Congreso Nacional. Por otra, las dificultades de
todo tipo que ofrecía el terreno, la abrupta geografía andina, el
clima, las distancias, todo era complejo y desconocido para las tropas
llegadas desde las playas del Orinoco.
Sucre asumió
la vanguardia del Ejército Unido Libertador e inspeccionó por sí mismo
cada palmo de terreno, desde Trujillo hasta Reyes (hoy Junín), cruzó la
Cordillera Blanca y preparó las condiciones para el arribo del grueso
del Ejército Libertador. No pudo combatir en Junín por estar al frente
de la infantería (esta batalla fue librada exclusivamente entre cuerpos
de caballería), pero sus atenciones y cuidados al Ejército, posterior a
este triunfo, significaron más de 2.000 altas al bando patriota.
Retirado Bolívar del mando del Ejército por una traición del Congreso
de Colombia, le tocó a Sucre asumir la dirección y junto a sus bizarros
oficiales enfrentar a una maquinaria militar compacta y bien organizada,
invicta tras 14 años de lucha ininterrumpida, el Ejército Real del
Perú. El virrey La Serna y sus generales (Canterac, Monet, Valdez,
Villalobos, Ferraz y Carratalá, entre otros) eran militares muy
valerosos y de mucho prestigio, héroes de España en su guerra de
independencia contra la Francia de Napoleón; además, todos sin
excepción, abrigaban una fe inquebrantable en la causa que defendían.
Luego de semanas de movimientos tácticos y de mutuas intimaciones se
encontraron sobre la Pampa de Ayacucho los dos ejércitos, prestos a
decidir con su esfuerzo la suerte de un continente. Cuatro horas de
encarnizado combate, decidido finalmente por los acertados y oportunos
movimientos del máximo jefe patriota, coronaron la tan ansiada libertad
de América, poniendo fin de esa manera a 300 años de oprobiosa
dominación colonial. Los nombres de Córdova, Morán, Luque, Galindo,
Miller, La Mar, Suárez, Carvajal y Silva, así como los de sus gloriosos
estandartes Pichincha, Bogotá, Caracas, Voltígeros, Vencedor, Vargas,
Rifles la Legión Peruana, los Húsares de Junín, los Húsares y los
Granaderos de Colombia quedarán escritos con letras de oro en los anales
de la historia nuestra americana. La capitulación concedida por Sucre a
los vencidos en Ayacucho impregnó con un manto de humanidad el
advenimiento de nuestros pueblos al imperio de la ley y de la libertad.
Las consecuencias más importantes de esta titánica gesta libertaria
fueron, en lo inmediato, la independencia definitiva del Perú y de toda
América del Sur, así como el nacimiento de una nueva nación: Bolivia.
Por otra parte, en el mediano plazo, la victoria de Ayacucho vendría a
significar un fuerte espaldarazo a la política de alianzas continentales
del libertador Simón Bolívar y a la consolidación de la tan anhelada
unidad americana, misma que encontraría su máxima expresión en el
Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826.
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Orlando Rincones.