martes, 27 de octubre de 2015

Ayacucho: 190 años como referente indiscutible de la Unidad Latinoamericana

Obelisco de la Pampa de Ayacucho


Publicado en el semanario Le Monde Diplomatique (Edición boliviana). Año 6, número 76 nueva época. Diciembre 2014 - Enero 2015.
Orlando Rincones Montes

Aquel memorable 9 de diciembre de 1824, cuando el Teniente General José Canterac, en representación del Real Ejército de Su Majestad Católica en el Perú, estampó su firma en la honrosa capitulación concedida por el General Antonio José de Sucre en Ayacucho,  trescientos años de lucha anticolonial en nuestro continente llegaron a su fin. El otrora poderoso adversario monárquico veía reducidas sus propiedades en el Nuevo Mundo a las paredes de tres fortalezas (El Callao, Chiloé y San Juan de Ulúa) y a las islas de Cuba y Puerto Rico.

No es temerario aseverar que la épica victoria obtenida hace 190 años por las armas patriotas en Ayacucho se consumó gracias al concurso y al sacrificio de todo un continente y más. Hombres y mujeres provenientes de los territorios que hoy ocupan Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina, Perú, Panamá, Bolivia, México, Guatemala, Curazao, Brasil, Uruguay, Paraguay, Puerto Rico, Inglaterra, Irlanda, Francia, Escocia y Alemania, conformaron un inédito mosaico de nacionalidades y razas que, fundidas como un todo en las heroicas divisiones peruanas y colombianas, no repararon en enfrentar a un enemigo superior en número, recursos y organización, invicto durante 14 años en el Perú. Esta fuerza multinacional, el Ejército Unido Libertador, tuvo en el general Sucre al infatigable e ínclito guerrero que las condujo a lo más alto del altar de la gloria americana.

Pero esta unión de esfuerzos en torno a la lucha independentista, especialmente en los decisivos años de 1822, 1823 y 1824, no se dio por mera casualidad, fue producto de un esfuerzo de alianzas continentales concebidas por el genio y el carácter visionario del Libertador Simón Bolívar. La idea de conformar en América una Confederación de Naciones está presente en el pensamiento bolivariano mucho antes de la victoria de Ayacucho. En la Carta de Jamaica de 1815 el Libertador hace referencia a la idea maravillosa de formar “una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí” y al referirse más específicamente a esas partes (Estados) refiere que, en atención a su común origen, lengua y costumbres, deberían tener también “un solo gobierno” que los confederase.  

Consono con ese pensamiento, apenas establecida la Tercera República en Venezuela (1817) y consumada la libertad de la Nueva Granada (1819), el Libertador Bolívar comienza a darle forma al sueño de la Confederación Americana. Unidas Venezuela y Nueva Granada en la República de Colombia (1819), los territorios de Guayaquil y Quito se incorporan a esta nueva nación tras el triunfo de Sucre en Pichcincha (1822), de acuerdo al principio del Uti Possidetis Juris aplicado a la fecha de 1810. Una vez declarada la independencia del Perú por el Libertador José de San Martín (1821), Joaquín Mosquera y Bernardo Monteagudo, en representación de Colombia y Perú respectivamente, suscriben el 6 de Julio de 1822 un Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua, este acuerdo, y otros específicos referidos a temas logísticos de la nueva campaña libertadora, brindaron un sólido marco jurídico y legal al auxilio militar colombiano en el tramo final de la independencia del Perú. En lo inmediato, otros tratados de Amistad, Unión, Liga y Confederación Perpetua vendrían a consolidar este frente común latinoamericano: Colombia-Chile (1822); Colombia-Provincias Unidas de Río de La Plata- Argentina (1823); Colombia-México (1823) y Colombia-República Federal Centroaméricana (1826), tratados que serían ratificados poco tiempo después, en 1826, en el Congreso Anfictiónico de Panamá, primera Asamblea General de pueblos libres, soberanos e independientes de América.
Queda claro que, llegada la hora decisiva para la causa libertaria suramericana, el ejército del Virrey José de La Serna enfrentaba no a un grupo de “rebeldes” o “insurgentes”, como solían llamar a los patriotas, sino a un conjunto de naciones que de manera consciente se habían confederado en torno a la idea de garantizar su libertad y la de aquellos pueblos que aún luchaban por ella. Esta alianza estratégica pesó sobre manera en el lance final de Ayacucho, en ese momento crucial la unidad de los latinoamericanos, y la suma de sus esfuerzos y sacrificios, permitió derrotar al más poderoso ejército de todos los que ostentó España en el continente, así lo predijo el propio Bolívar en la ya citada Carta de Jamaica y así se cumplió: “Yo diré a Ud. lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión”.

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Orlando Rincones.